Volver

 

 

El pájaro enjaulado



He visto esta sección donde las personas cuentan sus historias y me pareció oportuno contar la mía, ya que no
lo he hecho antes con nadie.

No obstante, para resguardar a mis seres queridos, me parece oportuno, no dar a conocer algunos datos, que tampoco interesan mucho.

Tengo 55 años y hace muchos que vivo en España.

Nací en una provincia argentina y me casé muy joven, casi siendo una niña.

Este hecho fue impulsado, porque nací en el seno de una familia perteneciente a
un grupo religioso cristiano cuya identidad prefiero no revelar, pero entre sus normas,
era obligación casarse rápidamente cuando unos novios comenzaban a verse para evitar “la fornicación” y
de hecho no había conocido otra vida; así que no podía escapar a tales normas.

Nunca me habían mandado a un colegio, porque venía “el Armagedón” y puedes imaginarte este panorama.

Cuando se inició la dictadura en Argentina, durante unos años vivimos tranquilos; pero un día decidieron
prohibir “las sectas” (es decir, cualquier grupo religioso que no fuera católico romano) y clausuraron
nuestros salones de reunión.
Predicar de casa en casa, era “jugarse la vida”

Yo creía firmemente que era la verdad ,así que todo tipo de documentación importante sobre los dirigentes
de mi grupo, se escondieron en mi casa. Enterramos en nuestro bello jardín los libros, documentos,
fichas y todo tipo de material.

Un día, un vecino que conocía a mi marido desde que era un jovencito, nos avisó que estaban vigilando
nuestra casa .
Entonces estaba a punto de dar a luz a mi hijo menor.

Cuando salí de la clínica, unos pocos días después de mi parto y aún sangrando, me secuestraron.

Estuve en un -campo-, amiga, más de seis meses.

Mi suegra era una modista de mucho prestigio y vestía a gente del teatro y a militares, gente muy poderosa.

Para salvar mi vida coció gratis para una familia de militares de alto rango hasta que murió.

Así fue que me sacaron a través de la embajada española, directo a este país y estuve internada casi
un año en un hospital, pues si me dejaban unos días más, me moría.

Tuvieron que reconstruirme los órganos genitales y el colon.

Ya nunca más pude ser mamá otra vez.

Ni puedo recordar los nombres de los familiares que dejamos en Argentina...sé
que ellos emigraron a otras provincias y otros países.

En fin, ya pasó.

Cuando el tiempo transcurrió y mejoré de salud, los de nuestro grupo religioso nos dieron la espalda,
por lo que sufrimos una gran crisis espiritual, hasta llegar a no creer en nada.

Tuvimos que hacer una terapia psicológica, para poder seguir sobrellevando nuestra vida.

Cuando pudimos dejar la terapia, estuve estudiando en una escuela de hotelería y aprendí el oficio
de cocinera de primera. Trabajé recién egresada, pues los restaurantes, buscaban cocineros nuevos y
más creativos; tuve suerte y me dieron un trabajo casi privilegiado.
Fue algo excelente para mí, poder hacer algo que siempre me gustó y sacar la creatividad que tengo.

Un día tuve una conversación con el párroco del pueblo donde vivo, pues no sabía el porqué
mis hijos no podían tomar la comunión.

Hablamos tanto, que tuvo que acompañarme a casa pues de noche no veo bien.
Así seguimos unos más días y ahora somos Católicos Romanos; no muy practicantes, algo más yo,
porque dedico cada jueves a ayudar en la sala parroquial en labores dentro de mis posibilidades,
Vamos a misa, no todos los domingos, pues procuramos mantenernos equilibrados entre la forma de
experimentar la fe que se nos inculcó con un fanatismo agresivo, y la familia.

Cuando llevaba unos años trabajando y mis hijos eran ya unos jóvenes estudiantes, el mayor de Bellas Artes,
el menor aún estaba en el instituto secundario.

Teníamos ahorros para comprarnos una casa o chalet, no queríamos vivir en un departamento con tantos vecinos, no tienes intimidad.

Un día sin aviso, desperté con medio cuerpo dormido, estuve diez días internada y salí sin diagnóstico.
Para saber que tenía, sólo debían hacerme una resonancia magnética, pero como era cara,
la seguridad social "se lavó las manos" y me mandaron a casa recetándome unas vitaminas.
Como empeoraba de un día para otro una amiga nos aconsejó que consultáramos a otro neurólogo, lo hicimos
y esa misma noche viajamos en coche a Barcelona, aún no había aparatos de este tipo en la provincia
donde vivo.
En unas cuantas horas más, supimos que tenía Esclerosis Múltiple, enfermedad que aún no tiene cura.

Sufrí años un brote detrás de otro, sin poder salir de mi casa, aún en silla de ruedas, pues no teníamos ascensor.

Hoy día tras mucho sacrificio y el empeño que puso mi esposo y mis hijos y el valor que tuve de dejar la
silla de ruedas y hacer todo tipo de terapias, hasta llegar a la Acupuntura, la cual me ayudó a salir adelante.

Fue muy duro; pero hoy puedo caminar, tengo muchas limitaciones por mi enfermedad, pero me mantengo
activa como antídoto, así sigo avanzando cada día más, rompiendo de a poco barreras.

Hoy, soy útil en casa y también ayudo a enfermos y afectados por esclerosis múltiple, como familiares de
esos enfermos.

Porque si pude salir de mi agujero de la muerte, también podría salir de esta prueba más.

Actualmente tengo algunas páginas Web, participo en varios foros literarios e incluso he publicado
un libro así como en el mes de abril, presenté una antología poética en un Centro literario.

Tras el paso del tiempo, me caben varias reflexiones...

Y trato para ello, de no tener en cuenta mis cicatrices...

Pues el mundo sólo ve las del cuerpo y no tiene en cuenta las del alma...
y me pregunto si estas últimas no quedan sangrantes...

El ser humano crea sus propias prisiones...

Una patria que nació libre, es pasto de embaucadores que convencidos de la veracidad de sus creencias,
no tiemblan al destruir a otros, despojándolo de su condición humana, simplemente
porque piensan diferente...

A su vez, la institución familiar no mide los modelos que impone a sus hijos, porque con sencillez procura
troquelar en ellos las propias ambiciones y temores...

¿Es que alguna vez trataremos de pensar en forma objetiva lo que conviene o no, en orden a ideales
superadores de democracia y de realización personal?
Porqué nos rehogamos en nuestra propia salsa y nuestros ojos no son capaces de mirar la luz del día
tras las rendijas...

Tenemos miedo de ser libres y preferimos al canario encerrado en la jaula que dependerá
totalmente de nosotros para comer...

y eso nos solaza...

Míseros seres humanos, incapaces de volar, cortamos las alas a otros más débiles...

Sólo me queda recordar aquellas palabras bíblicas que aluden a que un día llegará la justicia para todos y
seguimos en esa fe que nos mueve...
atravesando montañas...
mientras otros,
continúan...
cerrando puertas...



Susana.

e-mail: huenu@telefonica.net

La musicalización de esta página es de autoría y por gentileza de Luis Fader.
Tema: "Despedida"

http://ar.geocities.com/luisfader/